|
|||||
El Amor y la psicoterapia en el DF, Distrito Federal, Ciudad de México |
|
||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
|
|||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
El Amor y la psicoterapia en el DF
|
|
||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Estos posibles desenlaces deparan un monto de sufrimiento y, hablar de la infelicidad, es señalar lo que Freud subrayó sobre la forma en que todos los seres humanos funcionamos con respecto a la vida, a saber, sobre la forma en que nos colocamos frente a diversas situaciones de tal manera que todo en nuestra naturaleza nos invita a sufrir. Sin embargo, no todo es desalentador ante este horizonte, puesto que podemos aspirar a un cierto grado de bienestar, de felicidad, a condición de que logremos renunciar, o quizás sólo atemperar, algunos anhelos. Para esto, es necesario hacer uso del recurso que es extremadamente importante para el ser humano: el lenguaje, puesto que no hay nada que se le escape al domino de las leyes de la palabra. Pensemos como, desde el momento en que un sujeto tiene acceso al momento de toparse con Otro, es decir, en cuanto logra tener un encuentro con el lenguaje, queda capturado por este... A partir de ahí, se desgranan los racimos de historias en donde el sujeto sufre por haber callado lo que su sentir le urgía a decir o, en el polo opuesto de aquel que habló no sólo tarde sino de más; y en especial, no queda exento ese otro que ni para sí mismo quedó claro lo que intentó articular, ya no digamos hacia quién dirigió su mensaje. Las combinaciones de los malos entendidos del lenguaje puede ser inmensas, pero mayores son las consecuencias que, en cuestión de la vida afectiva, acarrea para cada uno puesto que van dejando su marca –pese a que de primera mano no alcancemos a intelegir su origen –. Es pertinente aclarar que en la vida amorosa de los hombres, al intentar expresar sus afectos no siempre se tiene la claridad para diferenciar a tiempo las palabras y su verdadero sentido, puesto que pareciera que se usan como sinónimos el amor, el deseo, el placer, el goce y la pasión en el intento de hablar de su sentir sobre otro. Así, como Lacan sostenía en psicoanálisis hablamos de amor, de las distintas formas que investimos a esos personajes que habitan nuestro universo y del cual bien podríamos decir que hay varias categorías, por ejemplo: amor sensual, a uno mismo, fraternal, al prójimo y hasta tierno, por mencionar algunos. Sin embargo, también hay otro afectos que, sin darnos cuenta, muchas veces también entran en escena como parejas de afectos amorosos. El odio, la angustia (a la fusión, a la separación, a la pérdida, etc), el dolor psíquico proveniente de múltiples fuentes también juegan un papel que, al ser no menos importante en la vida afectiva del sujeto, hacen que nuestro vínculos (de pareja, de amistad, de noviazgo, en el matrimonio, con la familia, con papá/mamá), estén en riesgo de zozobrar ante la tempestad afectiva. En un análisis enfrentaremos las confusiones, malos entendidos y el dolor psíquico, emocional, provocado por los equívocos que conducen a no alcanzar a diferenciar a tiempo lo que es, por ejemplo el amor y el deseo, que si tiene un punto en común es que nacen de una falta pero su destinatario no es el mismo; el primero se dirige a un sujeto y el segundo a un objeto. El amor es un sentimiento que se genera por medio de diversas transformaciones pulsionales. El mayor factor para que en el desarrollo de un sujeto, la pulsión sexual se vaya transformando es la prohibición del incesto, a partir del cual un niño puede permanecer ligado a sus padres, con sus impulsos atemperados, permitiéndose desarrollar un amor tierno. El amor tierno se desarrolla a expensas del impulso sexual, que es desviado de su meta y convertido en tendencia sentimentales. Para Freud, existe una distinción entre el amor sensual y el tierno. Para el primero el interés por el objeto está centrado en el interés por el objeto con el cual se logrará una satisfacción sexual y puede desaparecer una vez conseguido el fin. Mientras que para el segundo, se trata de una relación duradera en la cual el valor afectivo del objeto se sostiene. Sin embargo, de esa dependencia recíproca puede detonarse la angustia por la pérdida del amor que provee la persona amada. Por ahora, no estamos exentos de experimentar algún tipo de tropiezo amoroso al no estar en claro de dónde surge nuestro sentir y cómo lo articulamos en las palabras. El psicoanálisis permite al analizante “descontaminar” los vínculos, clarificando las palabras, su sentido, pero en especial brindándole al sujeto la posibilidad de descolocarse del los eventos dolorosos al acceder a un conocimiento verdaderamente propio sobre la forma en que ha sabido vincularse hasta antes de iniciar el tratamiento y que, paradójicamente, sólo le ha deparado sufrir. |
|||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
|
|||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
|