A. ¿Qué produce la falta o escases del disfrute de la sexualidad? Las causas llegan desde distintas áreas de nuestra vida, pueden ser de origen orgánico (problemas hormonales, tiroides, diabetes, hipertensión, colesterol, entre otros), psicológico o educativo:
• Psicológico: Nuestro estilo de vida y la creencia de que es nuestro amante el que es el responsable de nuestra satisfacción y vida sexual.
• Educativo: La falta de información de cómo estamos construidas y funcionamos a nivel biológico-fisiológico
B. ¿Qué es normal y qué es “anormal”? Esta pregunta es reiterada frecuentemente, la respuesta es siempre la misma, carece de importancia la “normalidad”, si te causa una incomodidad, sufrimiento o preocupación en tu vida, entonces hay que tratarla, y toda disfunción sexual puede ser corregida si te haces responsable de ella, asumiendo los cambios que hay que hacer para lograr ese objetivo. Nunca se trata de tomar “una pastillita” milagrosa.
Las disfunciones más frecuentes por las que llegan a consulta son:
• El deseo sexual: puede ser hipoactivo, en general la mujer siente una disminución o nulas ganas de tener relaciones sexuales y carece de fantasías o pensamientos sexuales, y esto le trae problemas de diferente clases aunque en general se siente “menos mujer”; o deseo hiperactivo, esta consulta es mucho menos frecuente, pues la mujer que lo sufre está rodeada de una censura social muy fuerte que la avergüenza y aunque dificulta su vida en todos los niveles (pareja, familiar, laboral, social y hasta espiritual) se encuentra inhibida de hacer una consulta con un especialista por el temor al juicio.
• La falta de orgasmo: que también puede tener dos niveles, uno es la falta de contracciones de la vagina o la falta de placer sexual aún cuando exista el orgasmo físico.
También suelen tipificarse otros dos tipos de disfunciones:
• Con la excitación sexual: la mujer siente falta de excitación cuando que se expresa físicamente con la falta lubricación de la vagina y/o con la desconexión emocional durante la actividad erótica.
• O de otros tipos: vaginismo (contracción involuntaria de la vagina donde es improbable la posibilidad de la penetración del pene), dispareunia (dolor en la zona genital al realizar actividades eróticas o después de ellas) y también la evitación fóbica de la actividad sexual (angustia intensa, miedo o temor, malestar general ante la sola idea, dolores de cabeza, nauseas, etc.)
C. ¿Qué se puede hacer para cambiar esta experiencia?• Rara vez hay una causa fisiológica en este tipo de problemas. Generalmente tiene que ver con nuestro estilo de vida y la creencia de que es nuestro amante el que es el responsable de nuestra satisfacción y vida sexual.
Si nos encontramos dentro de un estilo de trabajo agobiante física o emocionalmente, en el hogar o fuera de él, si cargamos con todas las responsabilidades familiares como una forma de “sentirnos mujeres”, si nuestras expectativas de vida no coinciden con nuestros ingresos en dinero y produce tensiones económicas, si el estrés o la mala salud que viene generalmente aparejada con él, si la sensación de estar sola y de nunca ser escuchada por la pareja o la familia, etc. te dejan agotada, entonces lo NORMAL es que será imposible de que dispongas de la energía necesaria para tener relaciones amoroso-eróticas satisfactorias en cualquiera de los niveles mencionados. Varios estudios determinan que es el cansancio lo que prácticamente elimina la vida sexual de las parejas.
La solución pasa por realizar una deconstrucción de las ideas y creencias que te llevan a vivir de esa manera tu vida cotidiana, pues esta clase de vida genera un círculo vicioso, el carecer de vida erótica afectará drásticamente el estado de salud física y mental y también de bienestar general de esa vida y así sucesivamente.
Además la cultura se encarga de hacerle creer a la mujer de que su vida sexual depende de su amante. Así nos vivimos como impotentes e irresponsables de nuestro placer sexual. Parecería que para que deseemos eróticamente a nuestra pareja, ella tiene que hacer “quién sabe qué cosas misteriosas” para excitarnos, y luego tendrá que hacer quién sabe cuántas otras “monerías” para que disfrutemos y lleguemos al orgasmo (además si estamos disgustadas con ella la castigaremos haciéndole sentir que “ni para esto sirves”). Las mujeres solemos percibir que el placer “llega” quien sabe de dónde, o que “se me fue” quién sabe porqué.
• Otro de los elementos que se deberá considerar es la falta de información de cómo estamos construidas y funcionamos a nivel biológico-fisiológico.
En general las mujeres y también los hombres carecemos de la información necesaria para hacernos responsables de nuestra vida sexual, acrecentar estos conocimientos tanto acerca de nuestro cuerpo como el de nuestra pareja, llevará a la posibilidad de sentirnos poderosos de manejar nuestro deseo, excitación, placer, gozo y orgasmo y además de ofrecerle a ella muchas más alternativas y posibilidades para vivir lo suyo. El cultivo del deseo o libido y de la anatomía del placer lleva siempre a una capacidad orgásmica creciente, y ello mejorará nuestro bienestar y nuestra salud.
Cuando conocemos nuestro funcionamiento y sensibilidad podemos ensañarle a nuestra pareja cómo, cuándo y porqué es que conectamos nuestro erotismo y disfrute sexual. Esto también facilitará nuestra vida amoroso erótica en pareja.
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